Vidas nuestras

-¿De quién es tu vida?-Preguntó alguna vez la hija de Carlin y él contestó:
-¿De quien si no tuya? Van a pasar los siglos y seré parte del polvo que pisan tus hijos y sus hijos.

Me lo contaba iluminando el paseo por el lago. El sol entre las ramas de los árboles y en el agua dibujando franjas.
Como nutrían el alma las fuerzas del parque Rodó. Ahora me arrepiento porque en ese momento yo estaba sufriendo de antemano porque sabía que tarde o temprano tendría que volver a Malos Aires.

Cometía el eterno error humano de nunca disfrutar del todo. De oír a medias la enseñanza que me estaba dando mi amigo.
Ahora que releeo a Carlin, aunque no lo parezca, suena esperanzador.