Malditos epitetos.
Últimamente me ha estado molestando esa costumbre que tienen las personas que llaman a la radio y a la tele de decir su nombre y después esa suerte de epíteto barrial: “Soy Juan de Villa Crespo”.
Claro, es importante el lugar donde vivís pero esto ya se ha vuelto una convención y ya nadie llama y dice su nombre a secas, o nombre y apellido. En definitiva, si lo pensamos bien, ¿cuál es la diferencia entre María de Lugano y María de Berazategui?, ninguna, y tampoco tiene ninguna importancia.
Si prestamos atención vamos a ver que los chicos de poca edad que llaman a programas de entretenimientos en la tele también usan este santo y seña copiado seguramente de sus mayores.
Y si el desprevenido es nuevo en el asunto y llega a olvidarse de decir donde vive rápidamente es interpelado por la conductora: “¿de donde sos?”. Esta parece ser la pregunta perfecta para empezar una conversación con un extraño, y a veces es difícil de contestar cuando te la hacen.
De todos modos la idea que propongo es empezar a usar epítetos mas interesantes, por que un niño no puede llamar a su programa favorito y decir “Soy Martín, el hacedor de goles” o “Soy Juana, la de bellas muñecas”. ¿Qué clase de discriminación a la poesía épica hace imposible este nuevo idioma?
De ahora en mas vamos a ser más felices lo que estamos obligados a oír la radio en un taxi o un colectivo, por lo menos vamos a poder reír con epítetos originales. Ya me canse de quedarme pensando donde corno quedará villa Ortúzar o Colegiales.
Comentarios
Maxi, el malabarista de calefones
Iba a poner algun ejemplo pero lo de Maxi fue tan grandioso que me corto la inspiracion!
Quizá sea una reminisencia de la época feudal, en la que los señores se hacían llamar "Don.. de ..." Un beso.
No encuentro diferencia alguna al decir Rubén de Ingeniero Maschwitz o Cacho de Monte Chingolo, de decir Tales de Mileto o Zenón de Elea.