Los de arriba y los de abajo
Algunas personas son el arquetipo de la soledad y no hacen nada para cambiarlo aunque sufran. Todos merecemos de vez en cuando una caricia, una charla en confianza pero ellos parecen ser inmunes al resto del mundo, viven en un cuarto cerrado lleno de libros o lo que sea y a nadie abren su puerta. Viven escondidos del amor como si este fuera algo inexistente al menos de alguien hacia ellos.
Luego están los que deciden confiar únicamente en los suyos y arman el bunker familiar intentando retener en el a todas las almas que engendraron y mirando con malos ojos a cualquiera que se acerque a su puerta. No están solos porque obligan a los suyos a permanecer, felices o no, dentro del útero hermético del hogar.
Y luego estamos nosotros, el ejemplo exagerado de la sociabilidad, abrimos nuestra puerta a quien quiera traspasarla sin calcular antes ni juzgar ni protestar. Entregamos todo lo que seamos capaces de brindar.
A veces, la mayoría, funciona y todos continuamos con una sonrisa cada día más amplia. Otras veces nuestra misericordia nos atrapa como a ratas y nos persigue e insiste. Crea culpa, desvelos, miedo por no saber como decirle a alguien que no es deseada su presencia.
No me arrepiento de pertenecer a este grupo, el grupo de los ingenuos hospitalarios, todo lo que pierda material me ne frega, todo lo que gane en espíritu permanecerá iluminándolo.
Luego están los que deciden confiar únicamente en los suyos y arman el bunker familiar intentando retener en el a todas las almas que engendraron y mirando con malos ojos a cualquiera que se acerque a su puerta. No están solos porque obligan a los suyos a permanecer, felices o no, dentro del útero hermético del hogar.
Y luego estamos nosotros, el ejemplo exagerado de la sociabilidad, abrimos nuestra puerta a quien quiera traspasarla sin calcular antes ni juzgar ni protestar. Entregamos todo lo que seamos capaces de brindar.
A veces, la mayoría, funciona y todos continuamos con una sonrisa cada día más amplia. Otras veces nuestra misericordia nos atrapa como a ratas y nos persigue e insiste. Crea culpa, desvelos, miedo por no saber como decirle a alguien que no es deseada su presencia.
No me arrepiento de pertenecer a este grupo, el grupo de los ingenuos hospitalarios, todo lo que pierda material me ne frega, todo lo que gane en espíritu permanecerá iluminándolo.
Comentarios
Siempre suyo
Un completo gilipollas
Besos corazona!
Saludos amiga.
la iluminada sos vos
y x eso es bueno tenerte cerca!!!
besos y buena semana